Nuestras mentes, son intervenidas por estímulos subliminales externos, los cuales configuran un programa en el procesador cerebral individual de cada persona.
La mente racional, no discierne si los estímulos son buenos o malos, nocivos o benevolentes, solo toma el registro, almacena el dato y genera un patrón de comportamiento en respuesta a ese estímulo.
Luego por resonancia, el grupo humano, familiar, de trabajo, social, cultural… va formando arquetipos de acuerdo a esos patrones recibidos.
Es así como la masa del colectivo humano, se mueve construyendo o destruyendo de acuerdo al egregor que maneja.
El cual puede ser muy armonioso (grupo humano tibetano por ejemplo) o muy caótico, y destructivo para el ser (grupos culturales de las urbes o metrópolis matrixados)… que terminan respondiendo a un egregor con programas destructivos, comida chatarra, ira en los vínculos de trabajo, fastidio en el grupo familiar etc, lo cual no nos permite conectarnos a nuestro centro, esencia, y corazón amoroso.
Es hora de aprender a no funcionar en egregor!
¡Funcionemos como avatares divinos!